Eres un emprendedor, en tu ciudad no hay muchos locales de ventas al por mayor y al detal de artículos varios (entre ellos, artículos de aseo, tecnología, ropa, etc). Todo lo que está en tendencia en la TV, en las Redes sociales, y en el Mercado escasea en esa ciudad. Así que un día decides montar un negocio como dueño de un pequeño local de ventas al por mayor y al detal. Consigues proveedores, importadores, todo. Y lo llamas "DeTodero".

Y al cabo de un par de meses, tu negocio, "DeTodero", es la sensación de toda la ciudad. Se generan ventas de no miles, sino de cientos y cientos de miles de dólares al mes. Tienes, se podría decir, la vida prácticamente resuelta. Sólo que hay un pequeño, pequeñisimo detalle que no te diste cuenta, sino hasta hace un par de días atrás: El nombre que le pusiste a tu local, es muy parecido (sino es que idéntico), a un local de conveniencia de la calle de al lado ("DeTodera"). Sin embargo, no le das mucha importancia, y sigues con tu rutina diaria por unos cuantos meses más.

Pasado esos meses, la dueña del negocio del local de conveniencia de la calle de al lado, casualmente pasa por la calle de tu negocio, y se percata que el nombre que tiene tu negocio es idéntico al de ella, sólo que ella sí tenía su nombre del negocio patentado, o más bien "Registrado legalmente". Así que después, al cabo de un par de días: ¡Oh, sorpresa! Te llega una carta de demanda por infringir los derechos de autor, o de propiedad intelectual de una marca. Y es nada más y nada menos, que así es, de la dueña chismosa y metiche del negocio de la calle de al lado.

Te ha demandado, por no cientos, sino miles y miles de trillones de dólares, para mañana al atardecer. Claramente, no sabes qué hacer. Estás en shock, es mucha plata, no la tienes, y no crees que la puedas conseguir antes del tiempo estipulado. Y luego de entrar en razón, te das cuenta que, tristemente no queda de otra más que cerrar tu negocio; tu próspero negocio que te costó tanto tiempo, esfuerzo, y dinero en sacarlo y mantenerlo a flote.